Denuncian a un psicólogo por realizar tratamientos de reconversión gay
Denuncian a un psicólogo por realizar tratamientos de reconversión gay
Días atrás se conoció la noticia que, en Mendoza, se realizó una acción frente a un boliche para ¿curar? la homosexualidad.

Aunque usted no lo crea, ni yo tampoco, estas prácticas son más comunes de lo que todos pensamos. En Argentina el caso en Mendoza no es el único, hace unos años en la provincia de Santa Fé ocurrió algo similar.

Esta es la historia de Gastón Onetto, quien con valentía y compromiso decidió contar su experiencia con un “terapeuta”. “Digamos que soy un superviviente de una terapia de “conversión gay” durante mi juventud. Estas prácticas fueron una forma de tortura y hacen mucho daño”, contó en diálogo con Rescoldo Onetto.

Entrado en sus 20 años Gastón fue sometido a las llamadas terapias de “restauración o conversión de género” que buscaban la “cura gay”. El profesional interviniente era un psicólogo de la ciudad de Rosario con quien tomó sesiones en la ciudad de Santa Fe. El mismo consideraba a la homosexualidad como una enfermedad que debía curarse. Se basaba en la categoría pseudo clínica denominada “quebrantamiento de género”, la cual indica que algo dentro de las personas homosexuales está mal, o enfermo y debe ser curado.

“Yo llegué a este profesional a través de un compañero de un grupo juvenil ecuménico en el que yo participaba y me recomendó a su psicólogo para ir por otros temas, que nada tenían que ver con mi orientación sexual, detalló Onetto.

Si bien Gastón supo desde un inicio que el psicólogo tenía una impronta fuertemente religiosa, no se esperaba que la terapia derivara en actos violentos y discriminatorios. “Cuando yo le comparto que estaba conociendo a alguien de mi mismo sexo ahí fue cuando el comenzó a construir un problema. Para mí no era un problema en sí mismo y mucho menos una enfermedad, como lo planteó él», contó Onetto.

La terapia propuesta por el psicólogo consistió en el aislamiento y separación de las amistades que tenían un estilo de vida gay, desprenderse de ropa y objetos relacionados con la homosexualidad. Según la percepción del profesional, debía modificar su vocabulario, la forma de sentarse y expresarse. La terapia del horror propuesta por el profesional llegó a sugerir la internación en un centro especializado para romper con su pasado e identidad.

“Este psicólogo me contactó con organizaciones de cura-gay (Aguas Vivas, Desert Stream y Exodus International) que fueron parte activa de la terapia sugerida por él para “curar” mi homosexualidad. Las mismas a cambio de cuantiosas sumas organizaban campamentos y retiros de restauración, en los cuales participé, involucraban a centenares de jóvenes y adolescentes, muchos de estos medicados”, detalló Onetto.

Estos fueron los motivos (más que suficientes) para emprender un proceso de activismo y concientización para que no vuelvan a ocurrir este tipo de hechos violentos. Se realizó una denuncia ante el Tribunal de Ética del Colegio de Psicólogos y ante el INADI.

En este contexto y mediante la resolusión 04/22 el Tribunal de Ética del Colegio de Psicólogos de Santa Fe de la primera circunscripción dictaminó que cualquier intento (total o parcial) de realizar las denominadas prácticas “terapias de conversión”, constituyen una práctica discriminatoria denigrante que atenta contra la salud y el bienestar de las personas, quedando en evidencia que constituyen prácticas contrarias a lo establecido en materia de derechos humanos, receptados en la totalidad del plexo normativo constitucional, siendo evidente que cualquier tipo de terapias para la “cura gay” , debe entenderse como la representación de un acto discriminatorio y vejatorio.

No resultó aplicable ninguna sanción al profesional interviniente por prescripción de los hechos denunciados, pero se requirió al directorio del colegio que difunda, promocione y capacite sobre perspectiva de género y derechos humanos, de manera tal que quede claro que la participación de profesionales en este tipo de prácticas constituye una falta grave.

“El principal costo de este proceso fue haber vivido durante años, con la creencia instalada, de que algo en mi interior estaba roto, estaba mal. Este “ser dañado” tardó muchos años en poder mirarse de otra manera y fue necesaria una red de apoyo que me sostuviera y devolviera una mirada amorosa sobre mí mismo y sobre mis compañeres”, concluyó Onetto.

2022-07-22 10:00:00
Categoría: Derechos humanos
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