Cuando una pareja decide finalizar con su relación devienen una serie de temas/ problemas a resolver, primero y no siempre en ese orden, el plano sentimental, alguna de las personas involucradas generalmente no se lo esperaba o le cuesta más asumir que se terminó. En este sentido la mayor parte de los y las adultas ya sabemos que es ‘solo’ una cuestión de tiempo y también, por qué no, tal como dice Fito, de actitud. Ahora el gran meollo radica en el plano económico, hay excepciones obviamente, pero así son, excepciones creo yo. Los bienes comunes adquiridos durante ese tiempo por esa sociedad (sea o no formal) se ponen en disputa, a veces se resuelven fácilmente, otras no tanto y generalmente siempre una de las partes siente que terminó perdiendo o cediendo. ¿Y qué es lo que pasa cuando hay hijxs de por medio?
A esta altura de los acontecimientos posiblemente tengas amigas o amigos que estén en o hayan atravesado por está situación o hasta quizás vos seas la persona que lo esté padeciendo. Lo lógico o esperable sería que cuando hay infancias de por medio las personas adultas debieran lograr resolver sus diferencias para cuidar y proteger a esa persona que no eligió ni siquiera venir a este mundo. Por experiencia propia o ajena sabemos que son muchos los casos que por no poder acordar el monto económico que se debe destinar para satisfacer las necesidades y garantizar los derechos de ese hijo o hija, se judicializan. Sin lugar a dudas aquí en primer lugar las perjudicadas son las infancias y adolescencias porque las personas adultas en líneas generales no pueden, saben o quieren resolver de manera responsable afectiva y económicamente la nueva forma de funcionamiento de esa familia que a mí entender no deja de existir pero cambia la manera de vincularse. En segundo lugar o en paralelo, las madres. Esto se puede corroborar a partir de un informe del Ministerio de Economía de la Nación que da cuenta que en Argentina en el 3er trimestre de 2022 hubo más de 1.600.000 mujeres a cargo de hogares con niños/as y sin presencia de cónyuge (monomarentales), esto representa al 11,7% del total de hogares. Además, se estima que en estos hogares viven más de 3.000.000 niños/as (aproximadamente 2 hijos/as por hogar). Otro dato importante que resaltaron desde la cartera que conduce Sergio Massa es que entre las jefas de estos hogares, el 27,4% tuvo ingresos por debajo de la línea de pobreza y el 5,3% tuvo ingresos menores a la línea de indigencia.
Cuando se habla de la feminización de la pobreza se hace referencia a que las mujeres no solo ganamos menos dinero que los hombre aún estando más capacitadas para desempeñar la misma tarea sino que tampoco logramos acceder a puestos de toma de decisión, algunos de los motivos son las innumerables tareas que recaen en nosotras lo cual obstaculiza nuestra formación y perfeccionamiento profesional y por lo tanto la posibilidad de disputar aquellos puestos. La sobrecarga de tareas imposibilita el desarrollo y crecimiento laboral a diferencia de los hombres que al contar con quién cuide del niñx, haga las tareas del hogar (compras, limpieza, cocina, etc) se mueven en el mundo público con más facilidades. Por supuesto que hay varones y padres que son diferentes y también mujeres, pero todavía son esas las excepciones. La buena noticia es que aunque falta mucho, algo está cambiando. Hay nuevas paternidades, hay políticas públicas orientadas a erradicar estas brechas económicas y garantizar mejor calidad de vida a esas infancias, mujeres y por qué no a esos varones.
A partir de julio de este año comenzó a difundirse el Índice de Crianza, un informe técnico elaborado desde el Instituto Nacional de Estadística y Censos que presenta la valorización económica de la canasta de crianza de la primera infancia, la niñez y la adolescencia (0 a 12 años). Desde el INDEC detallaron que incluye dos componentes: el costo mensual para adquirir los bienes y servicios para el desarrollo de infantes, niñas, niños y adolescentes y el costo del cuidado que surge a partir de la valorización del tiempo requerido para dicha actividad. Otro dato relevante es que también se presenta por tramos de edad, los cuales se calculan de acuerdo a los niveles de escolarización y las horas de cuidado teóricas que de ellos se derivan.
Esta política pública pionera a nivel regional es un valor de referencia para saber cuánto deben destinar madres, padres, tutorxs para la alimentación, vestimenta, vivienda, traslado, esparcimiento, educación, salud, entre otros, de las y los niñas, niños y adolescentes además de contribuir a la organización y planificación familiar.
El valor mensual de la canasta de crianza, para cada uno de los tramos de edad, correspondiente a junio de 2023 es de $103.635 para los menores de un año, de $122.346 para los niños y niñas de 1 a 3 años, de $98.516 para los de 4 a 5 años y de $93.932 para los de 6 a 12 años
Julia Rigueiro, Magíster en Historia, analista económica e investigadora del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) explicó que este índice determina cuánto cuesta criar distinguiendo entre bienes y servicios que precisa un niñx a determinada edad y el tiempo de cuidado que necesita. Remarcó que esta herramienta la publica el INDEC desde hace dos meses y que a partir de este índice ya hubo un primer fallo judicial en un juzgado de Lomas de Zamora donde la jueza Belén Loguercio indicó: “Fíjese cuota alimentaria provisoria, en el equivalente al 50 por ciento de la CANASTA DE CRIANZA fijada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) para la franja etaria de 6 a 12 años”. La analista del CEPA recordó que con anterioridad en nuestro país se usaba el llamado sentido común que decía que había que exigir entre el 15/20% del sueldo del padre para la cuota alimentaria y consideró que “este es un valor certero basado en los precios reales de la economía real que puede colaborar para que estos litigios judiciales se resuelvan más rápido y con la mayor conveniencia para esa familia”.
Lic. en Comunicación Social con orientación en Periodismo (UNLP), Locutora Nacional de Radio y Tv (ISER), estudiante de Lic. en Letras (UBA).
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